- El crecimiento acelerado de las urbes intensifica problemas como congestión, contaminación, falta de vivienda adecuada y presión sobre servicios públicos, demandando planes integrales de planificación urbana.
El incremento constante de población en ciudades —que hoy albergan a casi el 50 % de los habitantes del planeta— ha impulsado la expansión de MEGACIUDADES, un fenómeno que en las principales urbes del mundo, afecta a autoridades, habitantes y sistemas de infraestructura , ocurre en este momento y continuará en las próximas décadas, se origina por la búsqueda de oportunidades económicas, migración interna y expansión demográfica, consiste en el crecimiento acelerado de zonas metropolitanas y se desarrolla mediante procesos de concentración poblacional, movilidad masiva y demanda creciente de servicios.
El análisis global advierte que el crecimiento urbano sin precedentes está generando una presión cada vez mayor sobre la infraestructura existente. Entre los principales desafíos se encuentran la congestión vial, la contaminación atmosférica, la dificultad para ofrecer vivienda digna, el aumento en la demanda de agua y energía, y la saturación de los sistemas de transporte público y de salud.
Expertos en urbanismo señalan que, sin una planificación integral, estas grandes urbes pueden enfrentar problemas estructurales como desigualdad social, expansión de asentamientos irregulares, riesgos sanitarios y mayor vulnerabilidad ante desastres naturales. Las megaciudades, señalan, son espacios donde la densidad poblacional intensifica cada desafío urbano.
Organismos internacionales recomiendan a los gobiernos adoptar estrategias sostenibles basadas en infraestructura verde, transporte eficiente, ordenamiento territorial, políticas de vivienda accesible y gestión responsable de residuos y recursos hídricos. Estas medidas, destacan, deben integrarse con una gobernanza urbana sólida que incluya participación ciudadana.
A medida que las megaciudades continúan expandiéndose, el reto para los gobiernos es equilibrar crecimiento y calidad de vida. Las decisiones que se tomen en los próximos años determinarán si estas urbes se convierten en motores de desarrollo o en centros de crisis urbana, ambiental y social.